
A veces, este portal abandona su línea moderada para abordar con firmeza temas que afectan directamente a la mayoría del pueblo dominicano. Este es uno de esos momentos. Hoy, alzamos la voz para decir con claridad lo que muchos piensan y pocos se atreven a expresar: el reciente paro médico promovido por el Colegio Médico Dominicano no es una causa justa, es una acción de intereses personales y políticos, disfrazada de reivindicación laboral.
Un paro que no representa al pueblo
El presidente del Colegio Médico Dominicano, Waldo Ariel Suero, encabeza este paro con un objetivo claro: fortalecer su liderazgo dentro del gremio para retener el control de esa entidad en las próximas elecciones. Lo que se presenta como un acto de protesta es, en realidad, una estrategia electoral.
Se conoce de múltiples casos de médicos cancelados que cobraban sin asistir a sus centros de trabajo, otros que tenían horarios irregulares, y no faltan los reportes de malos tratos y negligencia con pacientes. Son miles los dominicanos humildes que han sufrido durante años la irresponsabilidad de quienes juraron velar por su salud.
Pacientes que han perdido la esperanza… y hasta la vida
Hay dominicanos que han perdido sus empleos por salir a una cita médica que nunca ocurrió. Pacientes que han esperado por horas en hospitales a un médico que jamás llegó. Otros, lamentablemente, han perdido la vida tras múltiples visitas frustradas, mientras su estado de salud se deterioraba sin atención.
Además, el país ha mantenido durante décadas una nómina abultada de “botellas” médicas, muchos de ellos colocados como pago político, consumiendo millones de pesos que podrían destinarse a mejorar servicios, comprar medicamentos, o dignificar la labor de los médicos verdaderamente comprometidos.
Un chantaje al Gobierno y al pueblo dominicano
Este paro es, en esencia, un chantaje al actual ministro de Salud Pública, el doctor Víctor Atallah, y al presidente Luis Abinader, para que hagan lo mismo que gobiernos anteriores: mirar hacia otro lado frente al desorden institucional. Reintegrar a esos médicos sería premiar la irresponsabilidad, y convertir el sistema de salud en un feudo electoral.
Waldo Ariel Suero busca asegurar los votos de esos médicos cancelados para perpetuarse en el poder del Colegio Médico, aunque ello implique que miles de dominicanos sigan siendo víctimas del abandono en los hospitales públicos.
Una esperanza firme: el nuevo rumbo del Ministerio de Salud Pública
Valoramos positivamente que el presidente Abinader haya designado a un ministro que ha decidido enfrentar la situación con responsabilidad. Sabemos que Víctor Atallah ha intentado, por múltiples vías, abrir un diálogo transparente donde se demuestre quién realmente cumplía con sus deberes. Sin embargo, ese diálogo no conviene a quienes prefieren que la verdad no se sepa.
El reto es enorme, pero también lo es la oportunidad histórica: por primera vez en décadas, los pacientes dominicanos podrían llegar a los centros de salud con la certeza de que serán atendidos, con dignidad, respeto y profesionalismo.
Reconocer a los que sí cumplen: una política justa y necesaria
Este editorial también quiere dejar claro que muchos médicos sí cumplen con su misión, con ética y vocación. A ellos, el sistema debe empezar a reconocerlos. Proponemos que parte de los recursos ahorrados al eliminar a los incumplidores se destinen a incrementos salariales, bonos de incentivo y mejores condiciones para quienes realmente lo merecen.
Llegó la hora de defender al paciente dominicano
Desde este portal, pionero en informar, analizar y evaluar el accionar de las instituciones públicas, no nos callaremos ante lo que es justo. Esta vez, estamos con la población, con los pacientes, con los ciudadanos que sufren en silencio.
Apoyamos toda acción institucional que busque poner fin al desorden, a los privilegios mal adquiridos y a la negligencia disfrazada de protesta. El país necesita médicos comprometidos, no activistas del chantaje. Y el pueblo dominicano, más que nunca, merece un sistema de salud digno, humano y justo.