
SANTO DOMINGO.- El merengue se considera corma parte integral de la identidad nacional dominicana, y desempeña un papel activo en numerosos ámbitos de la vida diaria de la población: la educación, las reuniones sociales y amistosas, los acontecimientos festivos e incluso las campañas políticas electorales.
En abril del año 2005, en Santiago de los Caballeros, se llevó a cabo el 1er. Congreso Música identidad y Cultura, el cual estuvo dedicado al merengue. Fue organizado por el Instituto de Estudios Caribeños (INEC), el Ministerio de Cultura y el Centro León, lugar donde se celebró.
Allí surgió la propuesta para que se designara el 26 de noviembre de cada año como Día Nacional del Merengue, la cual fue acogida por el Poder Ejecutivo del entonces presidente Dr. Leonel Fernández.
Mediante el decreto 619-05, del 11 de noviembre del 2005 se declaró oficialmente el 26 de noviembre como Día Nacional del Merengue.
Posteriormente, nuestro género musical fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, hace 4 años.
¿Por qué se ha escogido esa fecha para su celebración?
Se escogió esta fecha, porque el 26 de noviembre del año 1854, es cuando aparece por primera vez el nombre merengue como tipo de baile en un escrito, hasta donde se ha podido descubrir.
Esto ocurrió en la prestigiosa revista dominical de corte literario El Oasis, en donde escribía la élite de la intelectualidad de entonces: Manuel de Js. Galvan, Francisco Ulises Espaillat, Eugenio Perdomo, Manuel de Js. Heredia, Pedro de Castro y Castro, entre otros.
El escrito en cuestión, fue bajo la pluma de Eugenio Perdomo con su pseudónimo Ingenuo, en donde narraba las impresiones de un joven extranjero a quien su anfitrión lo llevó a un baile y éste quedó bastante impresionado con la manera en que bailaban el merengue, narrando, entre otras cosas, lo siguiente:
Y cuando dan principio al merengue. ¡Santo Dios! El uno toma la pareja contraria, el otro corre de un lado a otro porque no sabe qué hacer, éste tira del brazo a una señorita para indicarle que a ella toca merenguear, aquél empuja la otra para darse paso, en fin, el más elegante trastorna una figura y hace recaer la falta sobre su pareja, todo es una confusión, un laberinto continuo hasta el fin de la pieza ¿Puede esto ser agradable a nadie?
A demás de darnos su primera ubicación en escrito alguno, esta revista nos deja muy claramente el lugar que estaba ocupando el merengue para esa época, y fue de gran popularidad en las grandes esferas sociales, ya que era el baile que más se disfrutaba, habiendo desplazado a la Tumba, que era el baile predilecto de los dominicanos, para entonces.