Retos y clarinada de Luis

PERSPECTIVA: Si el equipo le ayuda y tiene suerte en el gran reto que asumió, Luis Abinader pudiera hacer un buen gobierno y ser un buen presidente. Partiendo de lo que encontró y de la dura realidad económica y sanitaria que su administración debió enfrentar desde el primer día, el gobernante luce a buen ritmo en las tareas de Estado y exhibiendo una pericia que no se esperaba de alguien acostumbrado sólo a gerenciar con éxito los negocios familiares.

Capitalizando una coyuntura de cansancio del pueblo y de descredito de los del PLD que gobernaban, Abinader llega al poder ya realizado, sin necesidad de ir a buscar nada y hasta dona el salario que le corresponde como mandatario. Eso solo es una garantía para el país y, además de su discurso por la transparencia y las advertencias sobre las consecuencias del uso indebido de los fondos públicos, deberían servir de freno efectivo para que ningún funcionario se equivocara con el manejo de dineros ajenos.

Máxime, con los tantos precedentes-viejos y recientes-, y ahora con la voluntad política de dejarle manos libres al Ministerio Público para que persiga los actos de corrupción oficial. Pero hay un problema: ni con el ejemplo de un presidente y medio gobierno del pasado preso, en un momento, se ve que haya escarmiento. Aquí no se depura y entrena a nadie para ir a un cargo.

Y está demostrado, cualquiera no puede ser funcionario. Mucha gente se aloca y cambia, con un carguito y si maneja recursos y algo de poder. Por eso da grima cuando el presidente Abinader dice que “en todos los organismos e instituciones públicas yo tengo la responsabilidad de que los fondos se manejen adecuadamente”. Porque él no es omnipresente. Y la responsabilidad de frenar y combatir la corrupción no es tarea solo de un presidente ni de un puñado de servidores públicos, sino una meta y cruzada a asumir por la sociedad, por el colectivo nacional, sin distingo de credos ni colores.Te puede interesar:   El desentono de Sánchez Cárdenas con el propósito presidencial de reabrir la economía

Dice el presidente que el que comete un acto de corrupción en el actual gobierno es “un corrupto patológico o es un suicida”, porque sabe que el que lo cometa va a ser sustituido y sometido a la justicia, sin importar el nivel y sea quien sea. No por él – que aspira a que al terminar la gente la vea y recuerde como un presidente honesto y reformador, sino por otros que no copian y hacen lo contrario-, ojalá no se desengañe con algunos “compañeros” (¿).

Está claro en que no es que ahora no haya algunos hechos, pero garantiza que lo que no habrá será “impunidad”. A tomarle la palabra, pero ayudarlo, con datos, donde sus ojos no lleguen y algún jefe o ” jeque” se pase de la raya (¿).  encar-medios@hotmail.com

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