
En un momento en que las ciudades se enfrentan al reto creciente de la vida vertical, donde la convivencia vecinal se ve amenazada por el anonimato, el individualismo y la falta de normas compartidas, el presidente de la Liga Municipal Dominicana (LMD), Víctor D’Aza, vuelve a demostrar que está un paso adelante en la construcción de una ciudadanía más consciente, activa y cohesionada.
La apertura del seminario “Ciudadanos de Altura: cómo construir convivencia y comunidad en la vida vertical”, liderado por D’Aza, no fue un acto protocolar más. Fue un mensaje claro: el futuro de la calidad de vida urbana pasa por la participación comunitaria, y ese futuro se construye desde abajo, con ciudadanos empoderados, informados y comprometidos con su entorno inmediato.
D’Aza no predica lo que no practica. Como recordó durante su intervención, fue pionero del presupuesto participativo en la República Dominicana cuando, en 1998, siendo alcalde de Villa González, implementó este mecanismo democrático que permitió a los ciudadanos decidir directamente sobre el uso de los recursos públicos en sus comunidades. Su visión no ha cambiado: sigue creyendo que la mejor política es la que nace desde la gente y para la gente.
En este seminario, donde se abordaron temas fundamentales como el manejo de áreas comunes, la gestión de residuos, la seguridad y la convivencia entre vecinos, quedó en evidencia una verdad irrefutable: la vida urbana requiere más que infraestructura; requiere cultura ciudadana. Y fomentar esa cultura es una responsabilidad tanto de las autoridades como de los propios ciudadanos.
Víctor D’Aza ha entendido que gobernar no es solo administrar recursos, sino también tejer comunidad. Por eso, impulsa espacios de diálogo y formación donde líderes comunitarios, técnicos, gestores públicos y vecinos se encuentren para pensar juntos cómo vivir mejor. En ese ejercicio, hay una pedagogía política valiosa que merece ser destacada: la construcción de ciudadanía no se decreta, se cultiva.
Apoyar iniciativas como esta, y respaldar a líderes que como D’Aza promueven la participación responsable y el fortalecimiento del tejido social, no es solo justo, sino necesario. Porque si queremos ciudades más humanas, debemos empezar por reconstruir los vínculos que nos hacen verdaderamente ciudadanos.