Editorial: Ulises Rodríguez impulsa a Santiago hacia una nueva era de prosperidad

En un giro vigoroso para la administración municipal, el alcalde Ulises Rodríguez declaró recientemente que la Alcaldía de Santiago consigue ingresos propios que promedian un millón de pesos diarios. Esa cifra —equivalente a unos 400 millones de pesos mensuales, según sus datos públicos— no es simplemente un indicador contable: es un claro reflejo de confianza ciudadana, del dinamismo económico local y del cambio de paradigma que está emprendiendo esta gestión.

Qué importante resulta constatar que estos ingresos no provienen de nuevos arbitrios ni de aumentos impositivos, sino del cumplimiento voluntario del ciudadano. Esa distinción no es menor: cuando la población decide pagar, no por obligación forzada, sino por creer en la gestión que recibe servicio transparente, se construye legitimidad.

Pero más allá del anuncio, lo que valida este logro es lo que está ocurriendo en las calles de Santiago: urbanismo transformado, intervenciones en espacios públicos esperados durante años y proyectos estructurales que reclaman la mirada de todos. El saneamiento de la cañada de El Embrujo, el rescate de Nueva York Chiquito y la remodelación del mercado Hospedaje Yaque, con una inversión pública de casi RD$470 millones ya autorizados, confirman que no se trata de promesas, sino de compromisos ejecutados.

Cuando una ciudad experimenta crecimiento, no basta con reparaciones superficiales: debe cambiar su simbología, su identidad. Y en esa transformación, el alcalde Rodríguez está acertando al situar a Santiago como motor regional, no sólo por su tamaño, sino por su capacidad de encender esperanzas y provocar inversiones.

Se acusa a veces a los gobiernos locales de promesas vacías. Pero aquí hay una oposición tácita a ese escepticismo: cifras creíbles, obras visibles, voluntades municipales alineadas con aspiraciones ciudadanas. En lo que va de su gestión, Rodríguez incluso ha señalado un incremento del 84 % en recaudaciones municipales, pasando de cifras mensuales relativamente modestas a niveles que antes parecían inalcanzables. (datos públicos de prensa local)

Cuando el alcalde afirma que “son 400 millones al mes que antes no ingresaban y hoy forman parte de la transferencia”, no habla de un milagro ocasional. Habla de institucionalidad fortalecida, de mejor gestión de procesos y de una cultura de pago emergente.

Ahora, el reto es mayúsculo: mantener esa confianza, sostener esos niveles de ingresos y traducirlos en servicios perceptibles. Santiago no necesita anuncios grandilocuentes, sino vidas mejoradas: alumbrado público constante, calles reparadas, espacios verdes renovados, transporte eficiente. Si esos recursos se traducen en experiencias reales, el municipio tiene asegurado un capital político duradero.

En una República Dominicana donde muchos gobiernos locales luchan por cubrir nóminas, este logro santiaguero marca una diferencia rotunda. Es un ejemplo de liderazgo municipal que inspira: no con fuegos artificiales mediáticos, sino con finanzas sanas y compromiso visible.

Santiago ya no puede pensarse como ciudad rezagada. Bajo la mirada y acción de Ulises Rodríguez, está diseñándose para ser una ciudad del mañana, hoy.

Comparte esto!

Deja una respuesta